por Marco Zagal
En los últimos 30 años la Neurociencia se ha constituido como el área del conocimiento que mayores aportes ha realizado a la educación. Notables descubrimientos, tales como la neuroplasticidad, la sinaptogénesis, las células gliales, los hemisferios cerebrales, el cerebro triuno, el cerebro total, entre otros tantos conceptos nos dan nuevas pistas sobre cómo funciona el cerebro y aprende el ser humano, y por tanto, ponen de manifiesto la emergencia de un nuevo paradigma sobre el funcionamiento de la escuela y los modelos de enseñanza-aprendizaje que se deben implementar en los sistemas educativos. El cerebro tiene una gran capacidad de adaptación ante los diversos entornos sensoriales que nos rodean y por tanto, no es un órgano estático ni fijo.
A partir de las últimas investigaciones sobre neurociencia y neuropsicobiología, entre otras áreas, se identifica una coherencia entre el desarrollo integral de los estudiantes con los planteamientos de la Doctora Montessori. En este sentido la educación Montessori coincide, desde sus planteamientos más profundos, con dichos avances científicos en relación a cómo tiene que ser la escuela del nuevo siglo y el tipo de conocimiento y competencias que requiere la sociedad actual. Parece ser que se está abriendo un nuevo paradigma educativo ya que se visualiza la necesidad de comenzar una transición de un modelo educativo principalmente transmisivo del conocimiento, a uno más activo y holístico, desde una mirada socioconstructivista.
Se aprecia una concepción errónea sobre la educación Montessori como un planteamiento del pasado. Las investigaciones actuales en educación difieren y muestran la necesidad de incorporar cambios en el modelo educativo, cambios que para la filosofía Montessori no son ajenos, pues ya se aplican en su modelo desde hace más de un siglo. Si comparamos con detención los planteamientos de esta propuesta pedagógica con los planteamientos actuales sobre el aprendizaje escolar, la metacognición, la evaluación del proceso, el aprendizaje entre pares, donde el profesor es un facilitador más que un experto, la educación de personas libre-pensantes, autónomas, emprendedoras, creativas, que ven los errores como oportunidades, en síntesis, personas felices nos podemos dar cuenta que todos ellos o su gran mayoría forman parte del enfoque montessoriano.
Nuestra propuesta pedagógica pone atención en diversos elementos que, de una u otra forma, tienen un efecto importante en la autoestima, los aprendizajes y las posibilidades de superación a las que todos tenemos derecho, especialmente los niños, niñas y jóvenes en su proceso de construcción social y personal. Por todo esto, más que una responsabilidad profesional, tenemos una responsabilidad ética, tanto de la escuela como de la familia, porque somos conscientes que a través de la Educación se puede transformar la sociedad.